El tema de la soledad es uno bastante discutido.  Sin embargo, creo, que como sucede con tantos otros, tal parece que hablamos diferentes idiomas cuando tocamos este tema.  He observado que la mayoría de las personas, al referirse a alguien como solo o sola, visualizan a ese individuo como alguien desvalido, triste, inseguro, raro y hasta tímido.

Cuando empecé a poner por escrito mis reflexiones sobre la soledad, encontré que tenía mis definiciones algo confundidas.  Pensaba que una persona sola puede escoger ese estado, ya sea en determinado momento, por etapas breves o durante mucho tiempo, y sentirse feliz y completa.  Por otro lado pensaba que una persona solitaria es alguien que no escogió la soledad, está sola por circunstancias ajenas a su voluntad, y se siente desvalida y frustrada en ese estado.  Sin embargo, el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) me dice que, aunque son bastante similares, invertí las definiciones.  Pero, ¡qué bueno!, siempre estoy en busca de conocimiento.

Así es que, de acuerdo con la RAE, solo o sola es:

“Dicho de una persona: Sin compañía.  Que no tiene quien le ampare, socorra o consuele en sus necesidades o aflicciones.”

Solitario o solitaria es:

“Retirado, que ama la soledad o vive en ella. Solo (sin compañía).”

Es usual en nuestra cultura referirse a las mujeres solteras, viudas o divorciadas como “mujeres solas”.  Interesante es que no se aplica lo mismo a hombres solteros, viudos o divorciados.  Ellos son hombres y parece que no hay que describirlos como solos o acompañados.  ¿Por qué será, entonces que usamos este trato solamente para la mujer?  Porque la mayoría de las personas asume que la mujer, para estar completa, necesita tener pareja.  Porque también asumen, hombres y mujeres, que si no estás emparejada, debe haber algún problema contigo.  Porque a muchas mujeres se les ha enseñado, aún en estos tiempos, que tienen que tener esposo e hijos, de lo contrario no son mujeres. Ah, sí, son mujeres, pero “mujeres solas”.  ¡Y eso se oye tan mal!

Dicen muchos que el estado perfecto del ser humano es el matrimonio.  Eso puede ser cierto, y lo es en muchos casos, dependiendo de esos dos seres humanos que deciden formar pareja.  Pero todos sabemos que muchos matrimonios de perfectos no tienen nada.  También sabemos que se puede estar en soledad, sin importar cuán casados o casadas estemos.  Para otros el estado perfecto es la soledad.  Da cierta independencia y paz.

Mi Madre, con mayúscula porque era una mayúscula madre, fue una “mujer sola” durante la mayor parte de su vida.  Mi Hermana, igualmente con mayúscula , también ha sido una “mujer sola” durante gran parte de su vida.  Estas dos mujeres, como tantas otras que conocemos o de las que sabemos, crecieron, se desarrollaron, estudiaron, trabajaron, han mantenido una casa, criaron hijos, criaron perros, gatos y alguna que otra ave, se han bastado por sí mismas sin ser carga para nadie, han ayudado a quien se lo merece y a quien no, en fin ¡qué no han hecho!  En todo ese quehacer estuvieron en contacto y vivieron con otros seres humanos y animales.  ¡Pero son “mujeres solas”!  ¿Por qué?  Porque en algún momento dejó de haber un esposo, novio, marido, es decir, un hombre como pareja, en sus vidas.  De hecho, como ha dicho una conocida sicóloga, la mujer puede tener en su casa siete hijos, diez perros, tres gatos, abuela y abuelo, y sabe Dios a quién más, pero como no tiene “compañero”, es una “mujer sola”.

Mi Madre decía que para que las llamadas “mujeres solas” nos ganemos el pan de cada día tenemos que sembrar el trigo, abonarlo, cosecharlo, llevarlo a la cocina, prepararlo y servirlo. Ah, y luego limpiar la cocina.  Y todo esto lo hacemos mientras criamos, cuidamos, divertimos, regañamos, consolamos, enseñamos, limpiamos, lloramos, reímos y volvemos a empezar el ciclo, que es continuo.

Repasando las definiciones, no me parece que esto que he descrito tenga algo que ver con un ser desvalido, “que no tiene quien le ampare, socorra o consuele en sus necesidades o aflicciones.”  Puede ser cierto que no haya otra persona que comparta toda esta actividad y responsabilidades.  Pero en muchos casos no se nota la falta de esa persona.  La “mujer sola” es muy capaz de enfrentarlo todo y salir adelante con éxito.  Muy triste es cuando está presente esa persona que debe amparar y socorrer, pero aún así la actividad y responsabilidades recaen sobre la mujer “normal”, tal como sobre la “mujer sola”.  ¡Qué triste es la soledad cuando estamos acompañados!

Más bien la forma de vivir de las “mujeres solas” denota determinación, fortaleza y entereza.

Así es que me parece que la definición más correcta sería “mujeres solitarias”.  Eso, si nos vamos a concentrar en ese estado.  Pero, ¿por qué hacerlo?  ¿Por qué no mejor llamarlas mujeres valerosas, emprendedoras, amorosas, completas, ejemplares, o simplemente mujeres?

¿Se puede ser feliz estando solos o solas, siendo solitarios o solitarias?  Claro que sí.  No creo negativo ser solitario o solitaria.  Podemos disfrutar de la compañía de otros seres humanos y algún que otro animalito, pero también podemos disfrutar de la soledad.  Además, después de todo, nunca estamos totalmente solos, ni solitarios.

ara 03312017