¿HAY PERDÓN EN SU CORAZÓN?

¡Estoy tan, pero tan cansada de esta pregunta!

La escuchamos casi a diario, especialmente en los medios noticiosos.  ¡Me levanta tantos sentimientos y sensaciones desagradables!  ¡Me hace dudar tanto de la supuesta sensibilidad de alguna de nuestra gente!  ¡Me hace dudar tanto de la capacidad intelectual de tantos que la formulan!

Por lo general esta pregunta es dirigida a personas que han sido víctimas del crimen.  Esas personas, en la mayoría de los casos, ni siquiera han tenido el tiempo razonable para darse cuenta de lo que realmente les ha sucedido.  Están tratando de asimilar que los golpearon, les robaron, les mataron a un hijo, padre, hermano, esposo.  También estan tratando de manejar el proceso de investigación normal de estos sucesos.  Y en ese momento tan doloroso, complejo, confuso y complicado ¡a un periodista se le ocurre la gran pregunta!  ¡Y esperan contestación!  !Y si la víctima se tarda dos segundos en contestar, insisten en el tema!  Que conste, no siempre son periodistas los que la formulan.  Puede ser quién menos esperemos el que tenga curiosidad por saber si perdonamos o no.

Mi sorpresa es mayor cuando observo la cantidad de personas que, aún en esas circunstancias tan desfavorables, y ante una invasión tan cruel de su espacio físico y emocional, encuentran la energía y las palabras para ofrecer una contestación ante tal imprudencia, falta de delicadeza y atrevimiento, sí atrevimiento.  Y contestan, por lo general, sin mostrarse ofendidos o dolidos por la pregunta, aunque lo estén.  Algunos, muchos, hasta contestan en la afirmativa.

Si eso me sorprende, me sorprende aún más, -no, no me sorprende tanto, realmente me preocupa y me espanta, – el hecho de que casi todos los periodistas ¡hacen la misma pregunta!  Dios mío, ¿qué aporta la dichosa pregunta y su contestación a los hechos sobre los que están informando?  Y, ¿dónde está la originalidad, la imaginación, el tacto, la humanidad, la consideración?  Parece ser un requisito de la profesión que se formule esa gran pregunta.

¿Por qué me molesta tanto esto? Aparte de lo que ya he mencionado, me he dado cuenta de que tanto la definición de “perdón”, como el ejercicio de perdonar, son muy personales.  Si no estamos de acuerdo en la definición de perdón, tanto preguntar como contestar sobre este tema, especialmente en circunstancias tan desfavorables, ¡no tiene ningún sentido!  Además, lo veo como una falta de respeto, una invasión a la privacidad.  Eso sin contar, repito, que ni la pregunta ni la contestación añaden absolutamente nada a los hechos que están informando.  Claro, puede satisfacer la curiosidad y sobre todo, el morbo de algunos oyentes.  Y las noticias son productos y como tales, hay que venderlas.  No importa si herimos susceptibilidades, metemos el dedo en la llaga o hacemos sufrir aun más, no sólo a la víctima, sino también a muchos de los que vemos o escuchamos noticias.

Algo que me enseñó mi madre es que es importante sentirnos orgullosos de lo que hacemos.  No importa lo que sea, debemos dar el máximo en esfuerzo y dedicación, y al final sentir esa satisfacción, ese orgullo de que quedó bien, no lastimamos a nadie ni salimos lastimados, y hasta añadimos algo positivo a la vida de otros y a la propia.  He aplicado esa norma en mi vida con excelentes resultados. No me sentiría orgullosa de hacer una pregunta como esa, en esas circunstancias, ni en ninguna otra.

¿Qué creen las personas sobre el perdón?

Una de las definiciones del Diccionario de la Real Academia Española (RAE) para “perdonar”, es: ”Exceptuar a alguien de lo que comúnmente se hace con todos, o eximirlo de la obligación que tiene.”

Una manera generalizada de ver el perdón es como un instrumento para sanar, no al que lo recibe, sino al que lo da.  Por eso son muy espléndidos al perdonar.  Ejercen el perdón aún cuando el ofensor no se ha disculpado con ellos, ni si lo ha pedido.  Tampoco saben si la persona está arrepentida o no. Pero realmente no importa, porque el perdón es para el que lo da, según ese punto de vista.

Otros dicen que perdonan pero no olvidan.  Así que me pisaste el pie y te perdoné, pero cada vez que me duela, te voy a recordar que me hiciste daño.  Si no me hubieras pisado, no me dolería.  Eso es un perdón negativo.

También, en el lado de los que reciben el perdón, hay quien se pone descarado y abusador.  Acostumbra ofenderte o hacerte daño, te pide perdón, se lo das, y repite el ciclo, si se lo permites.  Si sabe que tienes creencias religiosas en las que el perdón es un concepto importante, además de abusar, te lo recuerda con ironía, con burla.  “Ah, dices que eres cristiano (por dar un ejemplo, podría ser cualquier otra creencia) pero no estás dispuesto a perdonarme.”

Mi concepto del perdón

Mi concepto del perdón está basado en lo que he aprendido de la Biblia y de la experiencia de vida. Creo que el perdón es para el que lo recibe y también para el que lo da.  Creo que es mi obligación perdonar, pero no es incondicional.  Me esfuerzo por tener un punto de vista equilibrado sobre el perdón.  También me esfuerzo por no necesitarlo mucho que digamos.  Lo he recibido y lo he otorgado.  Confieso que no soy muy espléndida otorgándolo, primero por lo que entiendo que es, y en segundo lugar, porque no me gusta prestarme para abusos.

Contrario a lo que muchos pudieran pensar, la Biblia no me ha enseñado que los que queremos ser cristianos tenemos una caja llena de perdones que repartimos a diestra y siniestra, de manera incondicional.  Sí me ha enseñado que el perdón esta sujeto a condiciones, la más importante:  arrepentimiento verdadero, repito, verdadero.  Nada de lágrimas de cocodrilo.  Y como dentro del contexto biblico arrepentimiento significa “volverse atrás”, dejar de practicar el mal, el ofensor tendría que estar consciente de que causó algún mal.  Luego tendría que dejar de practicarlo y entonces, pedir perdón.  Siendo realistas, eso sucede, pero no con mucha frecuencia.

Y seguimos con las definiciones de la RAE.  “Arrepentimiento, Sentir pesar por haber hecho o haber dejado de hacer algo.” Si sentimos pesar eso tiene que ser evidente para el que esperamos nos perdone.

La experiencia me ha enseñado que, no necesariamente el ofensor y el ofendido tienen el mismo concepto del perdón, ni del arrepentimiento.  No hablan el mismo idioma, por así decirlo, con relación al tema.  Asi que puede ser que yo, ofensor, pida chinas, y tú, ofendido, me ofrezcas botellas, y viceversa.  ¿Tendrá eso algún valor?  Desde el punto de vista de que me vas a eximir de la obligación que tengo, que de eso se trata el perdón, pues no necesariamente tendría valor.  Habría que empezar por estar de acuerdo en cuanto a cuáles son las obligaciones que tengo que satisfacer para enmendar el mal cometido o la ofensa.

Sí, es complicado.

Todos necesitamos perdón, porque todos erramos.  Para los que lo vemos como uno de los valores en nuestra vida, sin duda es muy importante.  Sin embargo, creo que debemos estar claros cuando hablamos de estos temas y cuando tenemos que administrarlos en nuestra vida.  Saber lo que realmente significa para nosotros y para los demás, es vital.

Pero no importa cuál sea nuestro concepto, por favor, no preguntemos ¿“Hay perdón en su corazón”? Dejémoslo a la conciencia de cada cual.

¿Qué opinan?

 

ara02182017

 

2 thoughts on “¿HAY PERDÓN EN SU CORAZÓN?

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