Conocí al Aborrecío hace un tiempo, mientras esperaba que me repararan el auto.
Es un hombre de unos cuarenta y tantos o cincuenta y pocos años, con cara joven, barriga de cerveza, pelo un poco canoso. No es feo, pero tampoco diría que es guapo. Y tiene una cara de aborrecío…
Noté cuando me miraba, como casi todos los hombres, del cuello hacia abajo. Pero, fue lo suficientemente discreto como para subir y quedarse en el cuello, y luego ¡hasta me miró a la cara! Al verme con un accesorio que tengo que usar, y que los médicos llaman collar ortopédico, me preguntó: “¿Un accidente?” Yo le contesté el consabido y seco “No”, con la mirada de “No pregunte más, que estoy harta del tema.” Se quedó callado. Al rato me dijo que a él le dolía mucho el cuello, por causa de su trabajo. Maneja camiones durante muchas horas al día y obviamente, eso no es bueno para la espalda ni el cuello. Le pregunté si ha visto al médico, recibido terapias. Con su cara de aborrecío, me dijo que sí vió al médico, pero no ha asisitido a las terapias. No tiene tiempo, no cree que le puedan ayudar, y total para qué. Le sugerí ver un un quiropráctico, pero le tiene miedo. ¡Diantre, está bien aborrecío!
Seguimos hablando, o más bien, él siguió hablando y llegó al tema de su insatisfacción con la vida y su falta de propósito. Estuvo casado durante muchos años, tuvo una hija que ahora tiene 19 y es estudiante universitaria . Su hija no tiene una buena relación con él, supuestamente debido a mala influencia por parte de la madre. Sin embargo, le pide dinero a través de la abuela, la madre de él. Su relación con sus padres también se dañó debido a esta situación con la ex esposa y la hija. El rompimiento según él se debió, no a infidelidad, ni a maltrato, ni a grandes diferencias, sino sencillamente a que se acabó el amor. Estuvo varios años sin pareja, ahora tiene una, pero no se va a casar. Su vida con su pareja es buena, pero no lo suficiente como para sacarlo del aborrecimiento diario. Todos los días cuando se despierta, dice: “Bueno, Dios, (porque ¡Eureka! cree en Dios) todavía estoy aquí. Tú me quieres aquí. Supongo que para algo será, pero ¿para qué?” Cree que no hay propósito en su vida, ni en la de nadie. Los que están felices y contentos con la vida, es porque son unos locos o estúpidos. Ejem, yo sé que soy un poco loca, en verdad, bastante loca…pero estúpida… Bueno, lo perdonaré, está aborrecío.
Le hablé de mi creencia en Jehová Dios, mi relación con él, su Palabra, La Biblia y la guía que ésta nos puede dar. De momento, como que se le desaparecía la cara de aborrecío y prestaba atención, pero luego, se desconectaba y caía de nuevo en el aborrecimiento.
Que conste, el título se lo puso él mismo. Cuando me contó cómo se sentía y dijo no saber por qué estaba hablando esas cosas conmigo (yo tampoco), se puso varios adjetivos, como rebelde, odioso, rabioso, impaciente, …, aborrecío, sí ABORRECÍO, ese fue el que más le gustó y según él, mejor lo describe.
Mientras lo escuchaba, me preguntaba, qué es lo que tengo que atrae a personas tan extrañas y diferentes a mí, y entre sí: viejitos locos o borrachos, locos y borrachos, niños y niñas retardados, niños y niñas malcriados, mujeres maltratadas, mujeres y hombres enfermos, mujeres y hombres enfermitos, mujeres locas, personas que se ven bien y cuerdas, pero ¡hay que escucharlas!, pseudo intelectuales, músicos, poetas, locos, o sea, puertorriqueños, qué se yo quiénes más. Qué les da esa confianza para hablarme de lo que, supuestamente, no hablan con otros.
En este caso, pensé, bueno ésta debe ser una de las 450 tácticas para atraer que se ingenian algunos hombres. Y, aunque tuve mis dudas, como que este señor no encajaba en ese marco. Aborrecío no es igual a sexy. Luego pensé, es que le gusta hablar. Pero tampoco es del tipo muy comunicativo. Ah, cree que soy sicóloga, y está aprovechando una consulta gratis. También recordé que dos buenos compañeros de trabajo me decían siempre: “Lina, tú eres un ser de luz. Atraes a la gente por la paz que transmites y por tu iluminación espiritual. Brindas confianza aun sin darte cuenta.” Me dije, será que el aborrecío vió la luz.
Así le seguí dando vueltas al asunto, y no encontré una respuesta, hasta que ya estaba de regreso en mi casa.
Mientras tanto, como por lo general tengo alguna pieza de literatura conmigo, busqué algo que pudiera serle de ayuda. Me pareció que su problema mayor es la mala relación con su única hija, así que localicé una revista que tenía el tema “¿Conoce bien a sus hijos?”. Da la casualidad que nos entregaron los vehículos al mismo tiempo, así que mientras esperábamos para pagar, le di la revista y parece que le llamó la atención el tema. Cuando salimos, me lo agradeció con un gesto y una cara que no eran de aborrecío.
La incógnita: ¿Por qué me escogió para su desahogo de aborrecío? Cuando llegué a mi casa, recordé que él había presenciado un reclamo que le hice a los empleados del lugar donde estábamos. Resulta que me entregaron los documentos del auto, como si ya estuviera listo. Así que pasé por la caja para cerrar el ciclo, aunque no tenía cargos. Cuando paso al taller a recoger el vehículo, no estaba terminado, ni había nadie trabajando en él. El técnico hizo una recomendación y se fue a almorzar. pero la persona que me entregó los documentos no la vio, así que concluyó que todo estaba bien. En este punto yo había esperado dos horas y media. Ahora tenía que esperar dos o tres horas adicionales, y esto no me resultaba muy gracioso. Así que estuve un rato peleando y mascullando, hasta que decidí sentarme a esperar ¡nuevamente!, con un suspiro.
He aquí la aclaración del asunto. Cuando este hombre me vió y me escuchó hablando con los técnicos y otros empleados, se dijo: Esta es la persona que me puede comprender. ¿Por qué? ¡Porque es otra ABORRECÍA!
Esta historia también se podría llamar: Bájate de esa nube.
¿Qué opinan, amigos?
Ara 02152017