Comienzo esta serie de comunicaciones con mucho respeto. Respeto primeramente hacia los que me hagan el honor de leer.  A los que comenten, respeto hacia sus creencias, ideas y principios. Seguramente tendremos diferencias en algunos de estos.  Pero, también mantengo, y espero de vuelta, respeto hacia mis creencias, ideas y principios. Tengo la intención de despertar reacciones positivas, estimular pensamientos productivos y, ojalá, promover acciones beneficiosas. Sobre todo, pretendo tener un intercambio de ideas sano, expresado con mucho respeto.

El Diccionario de la Real Academia Española (RAE) define respeto como veneración, acatamiento que se hace a alguien.  Se relaciona con atención, consideración, miramiento, deferencia.

Siempre me ha llamado la atención que muchas personas, al dirigirse a otras para hacerles algún comentario o pregunta, lo primero que dicen es:  “Con mucho respeto”, o “Con todo respeto”.  A continuación, por lo general sueltan la expresión o pregunta más irrespetuosa que nos podemos imaginar.  He observado que esto sucede mucho con periodistas y otros cuyo trabajo consiste en gran parte de realizar entrevistas.  Obviamente, saben que, si realmente fueran a respetar a la persona a quien se dirigen, no le harían la pregunta.  ¡Pero la hacen de todos modos! ¿Será que el uso de la introducción “Con mucho respeto” trabaja como licencia para decir o preguntar lo que querramos?

¿Les ha sucedido que alguien va a darles una noticia y empieza con “No te asuste, pero…”?  ¡La primera reaccion es asustarse!  Y dependiendo de quiénes y cómo seamos, quizás gritar o hasta salir corriendo y diciendo disparates.  Inmediatamente matamos a alguien, otro tuvo un accidente, al otro lo asaltaron y alguien más se suicidó.  Pero, no te asustes.  Pues esto de “Con mucho respeto” es muy parecido.

He escuchado preguntas tan personales y delicadas como ¿Cuál fue la razón del rompimiento (matrimonial o de noviazgo)?, ¿Cómo se sintió cuando fulano o fulana fue seleccionado para el puesto que usted esperaba?, ¿Cómo le explica a los niños que papá y mamá se divorciarán?, y así por el estilo.  Claro, todas hechas “con mucho respeto”.  ¡Dios mío, pero qué es eso!

Mi opinión es que, si realmente respeto a una persona, no se lo tengo que decir.  Se lo tengo que demostrar.  Una manera de demostrarlo es en la conversación. No hay que ser periodista ni entrevistador para hacer preguntas, para desear hacer preguntas.  Pero hace tiempo aprendí que los seres humanos no tenemos derecho a saber todo lo que nos gustaria preguntar.  Decimos que la curiosidad mató al gato.  Y ahí esta el problema, curiosidad.  No resistimos quedarnos con la curiosidad insatisfecha.  ¿Qué hacemos, entonces?  Introducimos el consabido “con mucho respeto” y, disparamos lo que nos dé la gana, o la curiosidad, de preguntar.

En cuanto a esto hay que tener un balance, claro está.  Definitivamente, hay preguntas que es necesario hacer.  Si alguien necesita nuestra ayuda, nada mejor que preguntar sobre los detalles que nos preparen para dar esa ayuda.  En estos tiempos de temor, terrorismo, criminalidad hay preguntas que tenemos que hacer para nuestra protección.  Pero preguntas de carácter personal cuya contestación lo único que hará sera satisfacer nuestra curiosidad, por favor, no las hagamos.  Ni siquiera “con mucho respeto”.